“Siempre estuve muy interesado en el arte. Cuando era estudiante me ganaba una modesta paga haciendo retratos. Más tarde visité muchos museos y galerías y leí también un sin fin de biografías de los gran artistas. En esa época todavía no había comenzado mi interes por coleccionar arte.

En el 2006 pasamos mi mujer y yo dos semanas en Cuba. El último día de nuestro viaje deambulamos otra vez por las callejuelas de Varadero. Delante de una galería me paré y allí, en el escaparate,  estaba el cuadro “La florera” que me fascinó a primera vista. La gama cromática, las formas, las emociones interminables que esa obra transmitía....estaba totalmente fascinado, yo quería poseer ese cuadro. Lamentablemente, la galería de arte estaba cerrada y abriría al día siguiente cuando nosotros ya estaríamos de vuelta a Alemania. No había ninguna posibilidad de conseguir esa obra. Entonces le hice una foto y pensé que así la tendría y guardaría como un recuerdo.

Una vez en Alemania no podía dejar de pensar en esa obra. Yo quería tenerla colgada en las paredes de mi casa.

Entonces después de 30 años de haber dejado de pintar tuve el deseo de volver a retomar la pintura y hacer una copia de La Florera. Necesité una semana para acabar la obra y me quedé muy satisfecho pero sabía que no era la original.

Un año más tarde viajé de nuevo con mi mujer a Cuba. Por supuesto, quería volver a la galería de arte donde un año antes había visto “La Florera”.

Quería a toda costa recolectar información sobre el cuadro y el artista. Estaba excitado y nervioso al tercer día de nuestra estancia en Cuba cuando decidimos visitar la galería. Deseaba que el cuadro estuviera allí y que me pudieran contar algo sobre el artista.

Muy a mi pesar me dijeron que el cuadro ya se había vendido. El galerista no hablaba una palabra de inglés ni yo espanol y así fue muy complicado comunicarnos.

Estaba decepcionado, pues La florera era el objetivo de ese viaje.

Esa misma noche conocimos mi mujer y yo a una señora mayor cubana. Empezamos a entablar conversación y al final le conté sobre mi enorme interes por el cuadro y que quería averiguar el nombre del artista. La señora estaba tan asombrada por mi gran pasión y deseos que quiso por encima de todo ayudarme.Le di toda la información: el nombre de la galería, el título del cuadro y le escribí mi correo electrónico.

No tenía realmente ninguna esperanza, pero no quería dejar de intentarlo.

A las dos semanas de nuestra vuelta a  Alemania, casi me da un vuelco al corazón cuando veo en mi correo un email cubano. La señora me contó que había estado en la galería y que había mostrado al galerista la foto que yo había hecho de La Florera y que le había comunicado mi gran pasión por esa obra. Entonces le proporcionó el nombre y la dirección del artista: Juan Manuel Vázquez Iglesias.

Yo no sabía una palabra de espanol pero yo tenía que expresar a Vázquez mi fascinación por esta obra.

Todos me tomaron por loco cuando yo les dije que quería escribir al artista y pedirle que pintara otra vez el cuadro para mi. Todos me tomaban por loco al decir que estaba seguro que algun día esa obra me pertenecería ...

... pero, francamente, yo nunca pensé que él me fuese a contestar.

Hoy, después de 12 años, nos llamamos hermanos. Nos escribimos cada día y nos telefoneamos unas cuantas veces al mes. Entretanto mi espanol es casi perfecto. Viajo una vez al año a Cuba para visitar a mi hermano Vázquez. A menudo pasamos muchas noches pintando juntos en su taller.

En la actualidad ya poseo más de 180 cuadros del artista. Así que puedo estar orgulloso de decir que soy el mayor coleccionista del mundo de la obra de Vázquez.

La copia del cuadro “La Florera” cuelga en mi estudio. El original con dedicatoria personal está en mi sala de estar. Puedo reiterar que es su mejor trabajo. Por medio de esta obra conseguimos nuestro profundo vínculo y nuestra genuina amistad y es ,por eso, por lo que ha pasado a ser la más valiosa obra que poseo del artista Vázquez.

Un extracto de la colección de Vázquez